Y pensar pensado que el descontrol se enseñorea de mi, que las disimilitudes se hacen cada vez más ostensibles, que aunque quiera vedarlo mi mocedad se volatilizó y con ella todo vestigio de vehemente concupiscencia, que mi mente sigue atraillada por una yerta sazón que no le permite redimir sus axiomas y dejarse portear, que la mitad de mi ser se suplementa con tu otra mitad.
Y soñar soñando que Morfeo me lega incesantes parasomnias, que mis rebatos me oprimen entre lágrimas, que malograrte se hace cada vez más suntuoso, que tus abrazos adormecen mi execrable raciocinio y me hacen navegar en un piélago de flema, cachaza, placidez y sosiego.
Y gritar gritando a los cuatro elementos que mi corazón ha aprehendido a mi razón, que la ha privado de conceptos para constreñir, que cada día que pasa privado de ti percute en mi torso tan fuerte que la aflicción se hace rebatible, que provoca una concavidad de emociones cuando barrunta que nuestros talles se distancian.
Y olvidar olvidando el tiempo escapado que pasamos arguyendo, que los hastíos soslayables embaucan a mi mente, que desencadenamos sombras negras sobre nuestras testuces que extinguen nuestra luz, que concurrimos piedras a nuestra odisea y las trocamos por montañas y cuando todo se torna en lobreguez apareces tú, engarzado en tu palafrén con tu loriga diamantina devolviéndome la luz.
Y recordar recordando todos los ocasos que hemos vivido yuxtapuestos, que los verbos dictaminados van lastrados de aseveraciones, que los lances actuados no dejan titubear al corazón, que las miradas resurgen aún con los ojos tapiados, que los recuerdos se imprimen en mi testera para cinematografiarlos en albugíneo y atezado.
Y acompañarte acompañando cada segundo de tu crónica, que nunca te halles impar en tu caminar si no es conmigo, que nuestras manos sobrevivan por siempre desposadas, que flotes con cada huella que dejes, que tu traslación sea ingrávida y sin bagaje.
Y escribir escribiendo a fuego que expiro si te alejas, que me falta el aire cada vez que exhalo tu nombre, que mi corazón se deshiela cuando resollas en mi oreja, que mis manos se rocían nerviosas por detentarte para siempre.
¿Y SI CREAMOS NUESTRO MUNDO INFINITIVO?
No hay comentarios:
Publicar un comentario