Nos asomaremos primero a mi vida diciendo que mi fin está padeciendo obstáculos que espero poder solventar de aquí a la próxima añada. En la suposición voy con demora con respecto a mis expectativas y en la praxis aún quedan meses para poder revestir esa oquedad en la faltriquera necesaria para ir subiendo estribos.
Trocando el tema, me encuentro en uno de los mejores trances de mi vida, creo haber acertado con el equilibrio exacto y me siento admisiblemente bien conmigo mismo y con los demás, me deleito con la vida, coexisto con el momento, chanceo como hacía ciclos que no lo hacía y sobretodo le calzo colores a muchos elementos que antes no los poseía.
La canícula estuvo cargada de bastante brega y cual hormiguita fui recaudando para el duro invierno.
Llegó Noviembre y el día 17 di una gran gambeta, ascendiendo velozmente hacia la meta, me hallé como un niño con zapatos de aprendiz cuando me redimí de una carga ocular necesaria para consumar bosquejos futuros. Quién me iba a decir a mí, que 3 días después de esto se originaría la siguiente historia que os detallo a continuación, como ya os avancé al albor me reservaba lo mejor para el final:
El día 20 de Noviembre la dualidad entre lo casual y la causal entraron a formar parte de mi existencia. Lo casual fue que la estrella uniera mediante lo clandestino a dos personas que buscaban requerirse mutuamente. Asiento que a medida que fui entendiendo a esa persona, se intensificaba la curiosidad, la avidez de seguir disertando y de conocer sin más, de hablar y escuchar, de leer y escribir, de originar un camino sin cavilar en lo incierto.
Sé que costaron dar ciertos trancos, que costó saltar muchas bardas y derrocar muchos miedos, sé que consideramos muchos términos y que nuestra razón jugó al azar con nuestro juicio. Poco a poco nos fuimos trasfigurando en un epígrafe de Ruth, hicimos gigante nuestro interior y abrimos un camino en la distancia que nos anexaría para siempre. Conferimos rienda suelta a nuestro corazón, repartirmos nuestro pasado y presente y dilucidamos sobre nuestro futuro, los días pasaban y nuestra causa se hacía más bilateral, más compartida, más una sólo. Aclimatamos nuestros mundos a nuestras coyunturas, pactamos transacciones en beneficio nuestro y el día del hijo de Júpiter juntamos la luz con el faro.
A un día de coronar el año quiero destinar mis últimas palabras del 2014 a ti que lees esto:
Tú que has conmutado mi mundo, tú que has evocado en mi sentimientos noveles, tú que has velado cada detalle, cada gesto, tú que cada palabra que has formulado iba con un destinatario especial, tú que me has hecho soñar con un futuro dispar, tú que me has retornado la sonrisa, tú que has compartido tu ventura conmigo, tú que has permitido que seque tus lágrimas y transformarlas en caricias, tú que brindas tu tiempo a custodiarme, a protegerme, a hacer de cada día un regalo para mi vida, tú que desadormeces la necesidad continua de tenerte cerca, tú que rehusas a todo por mi, tú que conferirías tu vida por un mundo dónde sólo coexistiéramos tú y yo.
Tú que equilibras mi vida en tus manos, tú que revelas mi norte, tú que sacrificas tu corazón sin condiciones, tú que compones cada página con cada gesto, con cada palabra, con cada mensaje, con todo tu orbe dispuesto a ser desnudado por mi, tú que me envuelves con fuerza sin dejarme ir, tú que me garantizas tus besos para que los custodie con recelo, tú que con cada roce avivas mis deseos, tú que vislumbras cada detalle para entenderme y conocerme mejor que nadie.
Todo esto y más eres tú. Me haces desaparecer en un espacio sin tiempo, donde braceo entre evocaciones que creas para mi, despejas mi mente de alienados pensamientos, eriges con palabras un broquel de hechos para mis entretelas.
Y aunque nadie lo descifre, aunque omita nuestra aventura, nada me vale más que saber que tú rubricas mi cuento con final feliz.
NOSOTROS SOMOS LOS ÚNICOS DUEÑOS DE NUESTROS PROPIOS LÍMITES
No hay comentarios:
Publicar un comentario