sábado, 18 de abril de 2015

LA SIMPLICIDAD DE LAS COSAS

Acostumbrado a usar otras palabras, hoy he decidido buscar la simplicidad a los términos que uso para poder expresar lo que siento y pienso.

Las personas por naturaleza nos fijamos en las cosas que tanto positiva como negativamente nos llaman la atención por su grandeza. Yo, desde hace un largo tiempo, lleno mi vida de los pequeños detalles que construyan esas grandes cosas.

Buscaba resguardarme en el calor corporal de alguien cuando me diese un tímido abrazo, notar sus fríos pies bajo la sábana a la hora de irme a dormir y saber que buscaban entrelazarse con los míos para devolverles un poco de ese calor que anteriormente me dio otra parte de su cuerpo, sentir las imperfecciones de sus dedos cuando me tocase con sus manos, poner los puntos y comas a las frases que me dijese y analizar cada silabeo rápido digno del mejor mecanógrafo, buscar el brillo en su iris como quien busca a Wally en la App de su iPhone, sentirme la persona más ñoña del mundo cuando lentamente caigo a un lado de la cama y me rodean sus brazos, apasionarme con esos besos a los que provoco un coito interruptus.

Buscaba pasear por la calle y tener la continua necesidad de coger su mano, estar en cualquier bar y que mi mirada buscase a la suya para tener un gesto de complicidad, evadirme del mundo en mitad de la Plaza Mayor y darle un beso de película, montarme en el coche y escuchar como suena esa canción que odia tanto y reírme con esa persona, compartir las "gochadas" que siempre nos propondremos dejar pero nunca dejaremos, abrir la nevera y pensar en consenso que cena prepararemos esa noche, discutir por tonterías cuando en el fondo sabemos que no podemos pasar el uno sin el otro.

Y todo esto es tan sencillo como hacerlo, sentirlo, crearlo, experimentarlo, realizarlo, notarlo, pensarlo y construir con todos estos pequeños detalles nuestro gran mundo donde la simplicidad de lo que hacemos y sentimos es nuestra bandera. Simple y sencillamente, fácil y elementalmente, sobrio y discretamente apareciste tú, esa persona que me aportaba la simplicidad de las cosas, que me hacía darle valor a cada gesto, buscarle un sentido a cada palabra y hacer de lo pequeño algo grande.

VE SIN SER CIEGO, SIENTE SIN TENER CORAZÓN

lunes, 5 de enero de 2015

GERUNDANDO INFINITIVOS

Y sentir sintiendo que el pretérito torna, que los ajobos ponderan más de la cuenta, que los enigmas medran, que la vida repite y que yo me arraigo en pos, que tú eres el adalid de cada capítulo de mi existencia.

Y pensar pensado que el descontrol se enseñorea de mi, que las disimilitudes se hacen cada vez más ostensibles, que aunque quiera vedarlo mi mocedad se volatilizó y con ella todo vestigio de vehemente concupiscencia, que mi mente sigue atraillada por una yerta sazón que no le permite redimir sus axiomas y dejarse portear, que la mitad de mi ser se suplementa con tu otra mitad.

Y soñar soñando que Morfeo me lega incesantes parasomnias, que mis rebatos me oprimen entre lágrimas, que malograrte se hace cada vez más suntuoso, que tus abrazos adormecen mi execrable raciocinio y me hacen navegar en un piélago de flema, cachaza, placidez y sosiego.

Y gritar gritando a los cuatro elementos que mi corazón ha aprehendido a mi razón, que la ha privado de conceptos para constreñir, que cada día que pasa privado de ti percute en mi torso tan fuerte que la aflicción se hace rebatible, que provoca una concavidad de emociones cuando barrunta que nuestros talles se distancian.

Y olvidar olvidando el tiempo escapado que pasamos arguyendo, que los hastíos soslayables embaucan a mi mente, que desencadenamos sombras negras sobre nuestras testuces que extinguen nuestra luz, que concurrimos piedras a nuestra odisea y las trocamos por montañas y cuando todo se torna en lobreguez apareces tú, engarzado en tu palafrén con tu loriga diamantina devolviéndome la luz.

Y recordar recordando todos los ocasos que hemos vivido yuxtapuestos, que los verbos dictaminados van lastrados de aseveraciones, que los lances actuados no dejan titubear al corazón, que las miradas resurgen aún con los ojos tapiados, que los recuerdos se imprimen en mi testera para cinematografiarlos en albugíneo y atezado.

Y acompañarte acompañando cada segundo de tu crónica, que nunca te halles impar en tu caminar si no es conmigo, que nuestras manos sobrevivan por siempre desposadas, que flotes con cada huella que dejes, que tu traslación sea ingrávida y sin bagaje.

Y escribir escribiendo a fuego que expiro si te alejas, que me falta el aire cada vez que exhalo tu nombre, que mi corazón se deshiela cuando resollas en mi oreja, que mis manos se rocían nerviosas por detentarte para siempre.

¿Y SI CREAMOS NUESTRO MUNDO INFINITIVO?