Las últimas efemérides acaecidas en mi
vida hacen que deambule por mi sesera un solo juramento, venganza.
No tengo aún claro si Pierre
Choderlos llevaba razón en su novela ni si la próxima vez que acuda a un
restaurante el camarero me servirá una cabeza en una bandeja de plata como
postre.
Me hallo como el muñeco de Alan
Moore, bregando por redimirme del tiempo tan execrable que he pasado subyugado a
vejaciones y escarnios públicos anónimos, donde se han abolido derechos
humanos fundamentales y se ha hecho apología de una inquisición liberal delante
de mi sujeto, un yo que no pudo hacer nada al respecto para vedarlo. Todo esto ante un Siglo espectador de dichos sucesos.
Uno de los poderes más usados por
algunos superhéroes y la habilidad de la que disfrutan algunos mentalistas es
la de leer la mente. ¿Estaríamos realmente capacitados perennalmente para cargar
con los pensamientos que los demás tienen hacia nuestro yo?
Por un día me sentí el propio
Profesor X o el mismísimo Anthony Blake, pero sin necesidad de tener su cualidad. La inocente suspicacia peligrosa de mi destino me llevó a leer, visualmente hablando, lo que mi
antagonista estimaba de mí.Quise borrar de mi cholla dicho
axioma y no pude.
Si tuviera dicho poder o tan codiciosa habilidad no podría seguir mi camino sin que por mi sesera planease una y otra vez, perpetuamente, la misma voz.
Si tuviera dicho poder o tan codiciosa habilidad no podría seguir mi camino sin que por mi sesera planease una y otra vez, perpetuamente, la misma voz.
Por eso sólo me queda la mustia
certidumbre de que el cuento acabe como acaban todos los cuentos, con un beato final donde el delfín se queda con la sirena y Úrsula acaba transitando lejos de la mente de todos los que llegamos al THE END.
MADURAR ES CUIDAR LO QUE DICES,
RESPETAR LO QUE ESCUCHAS Y
MEDITAR LO QUE CALLAS
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